Se ha dibujado, se ha escrito, se ha hablado, se ha filmado, se han hecho millones de cosas en referencia al Hombre Murciélago. Gente muchísimo más especializada en el tema trabajó honesta y deshonestamente extrayendo material de esta mina de oro nacida hace ya más de setenta y cinco años.

Pero uno aquí quiere hablar desde su lugar, que es muy difícil determinar. ¿Admirador?, ¿fanático?, ¿maníaco?, quién sabe. Lo importante es saber que hay un personaje, nacido de la pluma de un dibujante que ha sabido meterse en los corazones de la noche.

¿Qué nos atrae del encapotado?, ¿por qué, tanto gráfica como audiovisualmente, esta creación no para de renovarse?

La naturaleza humana (contradictoria, retorcida), impulsa para el afuera la admiración por lo tierno, lo feliz. Pero introspectivamente se regocija en la tragedia. La clave del éxito del encapotado habita este rincón del alma. Un niño, con todas las ventajas de poseer incalculables bienes terrenales y una familia amorosa, de repente se ve un día preso de la tragedia, y su condena será perpetua. El homicidio en ocasión de robo de los padres de Bruce Wayne dio lugar a la contemplación del escape de todos los demonios internos que llevan a un hombre, al extremo de la determinación, a una búsqueda; como si el mismísimo Hades olvidase la puerta entreabierta del Inframundo y perdiese las llaves.

¿Héroe? Casi seguro que no, al menos al estilo de los antiguos. Vengador, sí; pero siempre dentro del “si” condicional, del casi. Puesto que hay un solo mandamiento en la batipsiquis: “no matarás”, aunque ese límite en ocasiones ha sido laxo y fluctuante. Es más, la vez en la que estuvo al límite de ajusticiar al asesino de sus padres, un enemigo tomó esa vida; oscureciendo aún más el manto del murciélago.

El camino de conversión de niño a hombre y de hombre a sombra que aterroriza los corazones del crimen fue largo, nada fácil. Todos los límites físicos y mentales los tuvo que atravesar el bueno de Bruce, no sin la ayuda de su Álvar Fáñez Minaya: Álfred, mayordomo, tutor, encargado, amigo, enfermero, confidente. Desde tiempos inmemoriales en la Literatura ha existido esta figura del ayudante, del escudero. Pero aquí se resignifica. Batman es un espíritu solitario, autónomo. La intervención de Álfred es, según lo vemos nosotros, más espiritual que técnica. Aunque jamás queda en deuda en ningún aspecto.

No nos olvidamos del Joven Maravilla, Robin. Denostado y ridiculizado muchas veces. Introducido principalmente para atraer al público más joven en un adalid meramente comercial por parte de Bob Kane y Bill Finger. Desde este artículo vamos a ser condescendientes con Dick Grayson, Jason Todd, Tim Drake y demás personajes que se han vestido con el traje del compañero juvenil de Batman. La colorida figura de Robin trae consigo un equilibrio emocional al desarrollo del Vigilante Nocturno; un poco de luz ante la siniestra sombra del murciélago. Con Dick, Bruce vio un reflejo claro, en un espejo también atravesado por la tragedia. Otra vez la muerte de los padres, harto trabajada por especialistas del psicoanálisis. El espiral descendente se agudiza con la llegada de Jason Todd, el segundo Robin, y su asesinato a manos del Joker. Muchos especialistas aseguran que ha sido Tim Drake quien mejor ha sabido calzarse los atavíos del compañero de Batman.

No vamos nombrar tan por encima al Joker, mejor conocido como el Guasón, por nuestros lados. Aparentemente es la oposición perfecta a Batman: demente, sanguinario, delirante, criminal. Pero, mal que le pese, hay algo que los une: su determinación. El peso del Joker hace balancear el orden narrativo y dramático de los hechos. Una fuerza imparable, golpeándo a un objeto inamovible. A lo largo de las diferentes adaptaciones cinematográficas y animadas se lo ha visto moverse desde la sátira hasta la anarquía, pero sin duda, el impacto visual y personal que causa este personaje no pasa desapercibido para ningún lector ni espectador.

La oscuridad abismal atraviesa nuestra mente y nuestra visión, tal como ocurre en la baticueva, lugar más metafórico que real, al que Bruce, Batman y todos nosotros debemos regresar de vez en cuando para sanar nuestras heridas, analizar el paso del tiempo, lo que hicimos y lo que haremos. La humanidad exacerbada que presenta este personaje es lo que nos cautiva, permitiéndonos tener la ilusión de que allá afuera alguien nos protege.

@MatiasCorbani