TRATADO I: CUENTA LÁZARO SU VIDA Y CUYO HIJO FUE

Considerada la novela fundadora del género picaresco, «La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades» relata algunos momentos de la vida del protagonista, en forma de una extensa carta dividida en un prólogo y siete tratados o episodios. El primer tratado trata de su infancia y las andanzas con su primer amo: un ciego que le enseña «a vivir».

(Tener en cuenta que este fragmento tiene muchas expresiones utilizadas en el castellano antiguo: por ejemplo «del» = «de él», «della» = «de ella», «metióse» = «se metió», pronombre enclítico)

Pues sepa Vuestra Merced ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes, hijo de Tomé Gonzáles y de Antonia Pérez, naturales de Tejares, aldea de Salamanca. Mi nacimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre. […]

Siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí moler venían, por lo cual fue preso, y confesó y no negó, y padeció persecución por justicia. […]

En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemilero de un caballero que allá fue. Y con su señor, como leal criado, feneció su vida.

Mi viuda madre, como sin marido y si abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos para ser uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del Coemndador de la Magdalena; de manera que fue frecuentando las caballerizas. […]

En este tiempo vino a posar el mesón un ciego, el cual pareciéndole que yo sería para adestrarle, me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él diciéndole que era hijo de buen hombre, el cual, por enzalsar la fe, había muerto en la de los Gelves, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tratase bien y mirase por mí, pues era huérfano.

Él respondió que así lo haría y que me recibía no por mozo, sino por hijo. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo.

Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo no era la ganancia a su contento, determinó irse de allá, y cuando nos hubimos de partir yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dio su bendición y dijo:

-Hijo, ya sé que no te veré más; procura ser bueno, y Dios te guíe; criado te he y con buen amo te he puesto, válete por ti.

Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba.

Salimos de Salamanca, y llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra, que casi tiene la forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y allí puesto, me dijo:

-Lázaro, llega el oído a este toro y oirás gran ruido dentro dél.

Yo simplemente llegué, creyendo ser ansí. Y como sintió que tenía la cabeza a par de la piedra, afirmó recio la mano, y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome:

-Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo.

Y rió mucho la burla.

Parecióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba.

Dije entre mí: «Verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues sólo soy, y pensar cómo me sepa valer».

Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jeringonza; y como me viese de buen ingenio, holgábase mucho y decía: «Yo oro ni plata no te lo puedo dar, mas avisos para vivir, muchos te mostraré».

Y fue así que después de Dios, este medio la vida, y siendo ciego me alumbró y adestró en la carrera de vivir. […]

Tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, vuestra merced sepa que, desde que Dios crio el mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. En su oficio era un águila. Ciento y tantas oraciones sabía de coro; un tono bajo, reposado y muy sonable, que hacía resonar la iglesia donde rezaba sin hacer gestos ni visajes con boca ni ojos como otros pueden hacer.

Allende desto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero. Decía saber oraciones para muchos y diversos efectos: para mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las que eran malcasadas, que sus maridos las quisieran bien. Echaba pronósticos a las preñadas: si traían hijo o hija. Pues en caso de medicina, decía que Galeno no supo la mitad que él para muelas, desmayos, males de madre. Finalmente, nadie le decía padecer alguna pasión, que luego no le decía: «Haced esto, haréis estotro, tomad tal yerba y tal raíz».

Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que cuanto les decía, creían. Destas sacaba él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año. Mas bien quiero que sepa vuestra merced que con todo lo que adquiría y tenía, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi, tanto que me mataba a mí de hambre […]

Él traía el pan y todas las otras cosas en un fardel de lienzo, que por boca se cerraba con una argolla de hierro y su candado y su llave […]. Yo tomaba aquella lacería que él me daba, la cual en menos de dos bocados era despachada.

Después que cerraba el candado y se descuidaba, pensando que yo estaba entendiendo en otras cosas, por un poco de costura, que muchas veces de un lado del fardel descosía y tornaba a coser, sangraba el avariento fardel, sacando no por tasa pan, mas buenos pedazos, torreznos y longaniza. Y ansí buscaba conveniente tiempo para rehacer, no la chaza, sino la endiablada falta que el ciego me faltaba.

  • Vuestra Merced: fórmula de respeto con la que el narrador se dirige al destinatario de su carta.
  • Sangrías: robos que se hacen con pequeñas partes.
  • Costales: sacos grandes de tela ordinaria en los que se transportan granos, semillas u otras cosas.
  • Moler: reducir a polvo los granos.
  • Moros: musulmanes que habitaron en España del siglo VIII al XV, aproximadamente.
  • Acemilero: Cuidador de caballos y mulas.
  • Guisar: cocinar.
  • Comendador: caballero que administra las rentas de una orden militar.
  • Mesón: establecimiento donde se sirven comidas y bebidas.
  • Adestrarle: encaminar a alguien, servirle de guía. Hoy llamamos «lazarillo» a quién guía y dirige a un ciego, en recuerdo al protagonista de esta novela.
  • Gelves: batalla que tuvo lugar en 1510 y donde fue derrotado el ejército español.
  • Calabazada: golpe dado con o en la cabeza.
  • Jeringonza: lenguaje especial que usan los delincuentes para entenderse entre sí.
  • Holgábase: se alegraba.
  • Visajes: movimientos anormales del rostro.
  • Galeno: médico griego (129 – 200 D.C.)
  • Fardel: saco que llevan los pastores y caminantes, donde guardan comestibles u otras cosas.
  • Lacería: miseria.
  • Torrezno: miseria.
  • Rehacer la chaza: volver a tirar la pelota, para determinar quién gana. Se trata de un juego de palabras. Lo que debe rehacer Lázaro es la costura del fardel, para que ciego no descubra que le estuvo quitando comida.
  1. ¿A qué debe Lázaro de Tormes su sobrenombre?
  2. ¿Qué acontecimientos provocaron su migración del campo a la ciudad?
  3. Cuáles son las razones por las que siendo un niño se separa de su madre?
  4. ¿Por qué cae en la mendicidad y roba a su amo?
  5. ¿Con qué herramientas cuenta para sobrevivir en un medio hostil?
  6. Hacer una descripción del ciego.