Holmes tenía la cabeza apoyada en una mano, el desayuno delante sin tocar y la mirada clavada en la hoja de papel que acababa de sacar de un sobre. Me puse en pie y miré por encima de él la curiosa inscripción, que decía lo siguiente:

534 C2 13 127 36 31 4 17 21 41

DOUGLAS 109 293 5 37 BIRLSTONE

26 BIRLSTONE 9 47 171

-¿A usted qué le parece, Holmes?

-Evidentemente, es un intento de transmitir información secreta.

-¿Pero de qué sirve un mensaje en clave sin la clave?

-Querido Watson: seguro que usted mismo, con su sagacidad innata y su astucia, evitaría meter el mensaje y la clave en el mismo sobre. Si cayeran en malas manos, estaría usted perdido. Ya es hora del segundo reparto, y mucho me sorprendería que el correo no nos trajera una nueva carta de explicación.

Las previsiones de Holmes se cumplieron a los pocos minutos con la aparición de Billy, el mensajero, que traía la carta que estábamos esperando.

-La misma letra – comentó Holmes – y esta vez viene firmada – añadió entusiasmado al desdoblar la carta – Vamos progresando, Watson.

Pero su ceño se frunció al pasar la vista por el texto.

-Vaya, esto es muy decepcionante. Me temo, Watson, que todas nuestras expectativas se han quedado en nada. Espero que no le suceda nada malo al tal Porlock. Dice:

«Querido Señor Holmes: no voy a seguir adelante en este asunto. Es demasiado peligroso. Él sospecha de mí, se nota que sospecha. Vino a verme completamente de improviso cuando yo ya había escrito la dirección en este sobre con la intención de enviarle la clave del mensaje. Conseguí taparlo, pero si lo llegaba a ver me habría ido muy mal. Aun así, puede advertir la sospecha en sus ojos. Por favor, queme el mensaje cifrado; ya no le va a servir de nada. FRED PORLOCK»

Holmes permaneció algunos momentos con la carta entre sus dedos. Por último, dijo:

-Después de todo, quizá se sienta culpable. Tal vez, reconociendo su propia traición, haya leído la acusación en los ojos del otro.

-Supongo que el otro será el profesor Moriarty.

-Ni más ni menos.

-Pero ¿qué es lo que él puede hacer?

-¡Hum! Las posibilidades son infinitas cuando se tiene de adversario a uno de los primeros cerebros de Europa. Es evidente que el pánico ha hecho perder la cabeza al amigo Porlock.

Sherlock Holmes había apartado de sí el desayuno intacto y encendido su pipa, compañera de sus meditaciones más profundas. Se recostó en el respaldo y clavó su vista en el cielo raso, diciendo:

-Estudiemos el problema a la luz de la pura razón.

Es seguro que este hombre hace referencia a un libro. Ese debe ser nuestro punto de partida.

-No me doy cuenta todavía.

-Veamos si conseguimos reducir el campo de posibilidades. Conforme concentro en él mi atención, lo veo menos impenetrable. ¿Qué indicaciones se nos dan acerca de ese libro?

-Ninguna.

-Bueno, bueno, seguramente que el asunto no se presenta tan desastroso. El mensaje cifrado empieza una cantidad en números voluminosos, ¿no es cierto? Tomemos como hipótesis de trabajo que ese quinientos treinta y cuatro es la página concreta a que se refiere el mensaje cifrado. Tendremos entonces que se trata de un libro voluminoso, y ya con esto llevamos algo adelantado. ¿Qué otras indicaciones tenemos acerca de la índole de este libro? El signo siguiente es C2. ¿Qué le sugiere a usted, Watson?

-Capítulo segundo, desde luego.

Es difícil, Watson. Convendrá usted conmigo en que una vez dado el número de página, no es necesario dar el del capítulo. Y también en que, si el capítulo segundo llega a la página quinientos treinta y cuatro, la extensión del primero habrá resultado intolerable.

-¡Columna! – exclamé.

-Magnifico, Watson. Hemos reducido, pues, el campo de nuestras investigaciones a un libro grande y voluminoso, impreso a dos columnas y de uso corriente.

-¡La Biblia! – exclamé yo con tono de triunfo.

-¡Bien, Watson, bien! Pero quizá no lo suficientemente bien. Hay numerosas ediciones de la Sagrada Escritura, difícilmente podía él suponer la existencia de dos ejemplares con la misma compaginación. El libro de que aquí se trata tiene que ser de un solo tipo.

-Un almanaque.

-¡Muy bien dicho, Watson! Veamos qué razones pueden darse en favor del «Almanaque Whitaker». Es de uso general. Tiene el número de páginas requerido. Está impreso a dos columnas. Veamos ahora qué es lo que nos reserva la página quinientos treinta y cuatro. La palabra número trece es «Un», que resulta más prometedora. El número ciento veintisiete es «peligro»… «Un peligro…» – los ojos de Holmes centelleaban de excitación, y sus dedos delgados y nerviosos temblaban mientras iba contando las palabras – «…puede…» – ¡Ajajajá! ¡Magnífico! Escríbalo, Watson.»Un peligro puede… sobrevenir… muy… pronto… es cierto…». Ahora viene la palabra «Douglas»…, «rico… provincias… vive… ahora… Birstone… en Birstone… confidencia… peligrosa y apremiante.» ¡Ya lo tenemos, Watson! ¿Qué me dice usted ahora del puro razonar y de sus frutos?

-¡Qué manera más curiosa e imperfecta de dar a entender lo que quiere! – dije yo.

-Al contrari, lo ha hecho extraordinariamente bien – dijo Holmes – Si usted solo dispone de una columna para sacar de ellas palabras con qué expresar lo que se propone, es difícil que encuentre todas las que necesita. La finalidad está perfectamente clara. Alguna maldad se trama contra cierto míster Douglas, sea este quien sea, que reside en tal sitio y que es un caballero rico de provincias.

Holmes se encontraba disfrutando de su éxito, cuando Billy abrió de par en par la puerta, haciendo pasar al inspector McDonald, de Scotland Yard.

Se saludaron y, de pronto, el inspector nos miró primero al uno y luego al otro, y dijo:

-Míster Douglas, de la casa solariega de Birlstone, ha sido asesinado esta mañana.

-¡Extraordinario! – exclamó Holmes.

-No se ve muy sorprendido.

-Interesado, pero apenas sorprendido. ¿Por qué debería estarlo? Recibo un mensaje anónimo de un origen que sé que es importante, advirtiéndome que un peligro amenaza a cierta persona. En una hora me entero de que este peligro ya se ha materializado y que la persona está muerta. Estoy interesado; pero, como observa, no estoy sorprendido.

En pocas cortas oraciones explicó al inspector los hechos acerca de la carta y el cifrado. McDonald se sentó con su mentón en sus manos.

-Me iba a dirigir a Birlstone esta mañana – dijo – Vine a preguntarles a usted y usted y a su amigo si les interesaba venir conmigo. Pero por lo que dice podríamos quizá hacer un mejor trabajo en Londres.

-Pienso que no – señaló Holmes.

-¡Mire bien esto, Mr. Holmes! – exclamó el inspector – Los periódicos estarán llenos del misterio de Birlstone en un día o dos; ¿pero dónde está el misterio si hay un hombre en Londres que profetizó el crimen antes de que ocurriera? Solamente debemos echar el guante a ese hombre y el resto vendrá por sí solo.

-Sin duda, inspector. ¿Pero cómo se propone echar el guante al tal Porlock?

McDonald dio vuelta la carta que Holmes le había alcanzado.

Echada en Camberwell… eso no nos ayuda mucho. El nombre, usted dice, es falso. No hay mucho para avanzar, de verdad. ¿No dijo que usted le había enviado dinero? ¿Cómo lo hizo?

-Dos veces. Se lo envié en cheques a la oficina de correos de Camberwell.

-¿Alguna vez se molestó en ir a ver quién los cobraba?

-No.

El inspector se vio estupefacto y un poco sacudido.

-¿Por qué no?

-Porque siempre mantengo mi palabra. Le prometí cuando escribió por primera vez que no intentaría rastrearlo.

-¿Piensa que hay alguien tras él?

– Sé que lo hay.

-¿El profesor que le oí mencionar?

-¡Exactamente!

El inspector McDonald sonrió, y su párpado se estremeció mientras observaba hacia mí.

-No se lo ocultaré, Holmes, pero en la División de Investigaciones Criminales creemos que siente algo así como una abeja en su sombrero cuando habla sobre este profesor.

GLOSARIO:

  • Innata: de nacimiento, no adquirida.
  • Almanaque Whitaker: no se trata de un calendario, sino de una publicación londinense, al estilo de un anuario, en el que aparecen los temas más diversos (economía, educación, países, localidades, etc.).
  • Apremiante: urgente.
  • Estupefacto: muy sorprendido.
  1. ¿Por qué Sherlock Holmes y Watson no pueden entender directamente el mensaje cifrado? ¿Qué necesitan para entenderlo?
  2. ¿Qué información transmite ese mensaje en clave? Redactarla para que se comprenda con claridad.
  3. ¿Qué relación crees que existe entre Porlock y Holmes? ¿Por qué Holmes le enviará dinero?
  4. ¿Quién será Moriarty? Anotar los datos que se aportan acerca de él.
  5. ¿Qué noticia comparte con Holmes y Watson el inspector McDonald? ¿Cómo se relaciona con lo que acaban de descubrir el detective y su ayudante?